Antiguo pueblo debajo del cerro el coronado
Antiguo pueblo debajo del cerro el coronado

Leyenda escuchada en Cañada Verde, municipio de Charcas, S.L.P.
En muchas partes del mundo existen relatos de pueblos fantásticos que contienen elementos convencionales para este tipo de mitología: cueva, pueblo ignoto y trasposición o alteración perceptual del tiempo, dígase sensorial y /o también física. En la región del Altiplano se cuentan varias historias con características similares, como veremos en este ejemplo.
El clerigo

En las haciendas del Refugio y las primeras de la Luz de Charcas, se fundió gran cantidad de oro y plata que era propiedad de la iglesia de Santa María de las Charcas. Las barras de oro fueron las que primeramente se embarcaron, mientras que los lingotes de plata quedaban guardados, se dice, que hasta nuestros días, en los socavones de las haciendas de El Refugio.
El embarque de oro se hizo dentro de costales cargados de mezquites y al lomo de varias mulas y machos al cuidado de un buen número de peones y unos frailes y así marcharon rumbo al sur camino de Roma o de España, pero al pasar por el rancho llamado “La Cañada”, la caravana se encontró varios hombres pasados a cuchillo y entre esos, había uno que estaba en agonía; dijeron que habían sido asaltados por una gavilla de El Salteador...
El jergas
Leyenda escrita por Alfredo Adame
Cuentan en Charcas que en una de las minas, al terminar el turno, todos los mineros iban de salida, pero uno de ellos se retrasó un poco porque había olvidado su lonchera. Ya venía casi saliendo cuando de pronto escuchó que alguien le dijo: «Oye, Juan, ven», y se regresó al pensar que algún compañero necesitaba ayuda. Entonces se encontró a un tipo desconocido que vestía ropas viejas, de color muy oscuro, como si estuviesen manchadas de tizne, botas muy raras y casco con lámpara de carburo, como se usaba antiguamente. Ese extraño minero le dijo que lo siguiera, pues le iba a señalar la ubicación de una veta de plata muy rica. Sin embargo, Juan se dio cuenta que tan singular y misterioso personaje no podía ser otro sino el Jergas, y prefirió buscar la salida lo más pronto posible. Una vez afuera, les contó a sus compañeros que acababa de ver al Jergas, pero nadie le creyó...

El salteador

Leyendas de la tradición oral del noreste de México
Abajito del Cerro del Salteador, hay una cueva, justo al lado del ojo de agua. Y ahí se aparece una señora lavando. Esa señora, según cuentan, era la esposa de uno de los guerrilleros, de los salteadores que robaban por ahí, porque por ahí pasaban diligencias. En esa cueva están enterrados todos los tesoros que fueron acumulando, desde antes de la Revolución...
La mujer convertida en piedra

Leyenda escrita por Homero Adame
Uh, claro que sí. Eso que dicen aquí en Charcas que una mujer se convirtió en piedra porque tuvo malos pensamientos y renegó de Dios es cierto. Ella, o más bien la piedra, se halla de aquel lado de un arroyo que le mentamos «el Coligante», y todo el mundo la conoce como «La Piedra Blanca». Le decimos así porque es una piedra de color blanco y la cosa estuvo en que esa mujer iba caminando una tarde, vestida con su huipil blanco y con rebozo blanco también, y renegó ante Dios porque no le cumplió un deseo. Entonces el castigo divino hizo que se convirtiera en piedra y es de color blanco porque su huipil era blanco...
La serpie de 7 cabezas

Versión obtenida del libro "Mitos y leyendas de huachichiles"
Publicado por la Secretaría de Cultura del Estado de Oaxaca, en 2008
Hace muchos pero muchos años, cuando los españoles penetraban los territorios del Altiplano potosino, que justificadamente consideraban hostiles, para fundar sus pueblos donde encontraban vetas de plata, varios clanes de huachichiles decidieron reunirse para buscar la forma de impedir el avance de los invasores.
Durante la reunión, acordaron que sus brujos trabajaran con las fuerzas de la naturaleza, pues de tal modo las poderosas armas de los conquistadores serían inútiles.
En Charcas, Mexquitic, Cerro de San Pedro y San Luis Potosí ya había colonos españoles, cuyos ejércitos no se tentaban el corazón para aniquilar a los nativos. Por su parte, los evangelizadores también obraban a su manera, a favor de la corona española...