EL JERGAS
Leyenda escrita por Alfredo Adame
Cuentan en Charcas que en una de las minas, al terminar el turno, todos los mineros iban de salida, pero uno de ellos se retrasó un poco porque había olvidado su lonchera. Ya venía casi saliendo cuando de pronto escuchó que alguien le dijo: «Oye, Juan, ven», y se regresó al pensar que algún compañero necesitaba ayuda. Entonces se encontró a un tipo desconocido que vestía ropas viejas, de color muy oscuro, como si estuviesen manchadas de tizne, botas muy raras y casco con lámpara de carburo, como se usaba antiguamente. Ese extraño minero le dijo que lo siguiera, pues le iba a señalar la ubicación de una veta de plata muy rica. Sin embargo, Juan se dio cuenta que tan singular y misterioso personaje no podía ser otro sino el Jergas, y prefirió buscar la salida lo más pronto posible. Una vez afuera, les contó a sus compañeros que acababa de ver al Jergas, pero nadie le creyó.
Al día siguiente, bajaron todos a la galería donde andaban trabajando y, a pesar de la escasa luz, de repente vieron que Juan salió volando como si lo jalaran desde el techo de esa galería. Sus compañeros se asombraron muchísimo porque Juan quedó sentado en una saliente adonde era prácticamente imposible subir o bajar. Unos mineros volvieron a la superficie y dieron aviso del «accidente», para después regresar con unos ingenieros provistos de equipo de rescate. Incluso los ingenieros no podían explicarse cómo le había hecho Juan para subir hasta donde se encontraba, pues ni haciendo uso de una escalera había posibilidad de llegar a ese punto. Con gran esfuerzo, lograron bajarlo de aquella saliente, y desde entonces Juan dejó de trabajar en las minas porque entendió que el Jergas quiso hacerle un regaló que él rechazó, y por tal motivo lo castigó.